martes, 5 de febrero de 2013

La arquitectura humana

Landmann fue un biólogo contemporáneo que teorizó sobre el hombre, y lo hizo contraponiéndolo con el animal.

Primero habló de la no especialización: sostiene que el hombre es un ser no especializado, en contraste con el animal, que es especializado. El animal tiene sus órganos especializados, por ejemplo, el león tiene sus garras especiales para cazar, y sus dientes especiales para desgarrar. Asimismo, tiene instintos muy fuertes, que son muy útiles en su hábitat y marcan lo que tienen que hacer, prescriben su comportamiento (si el animal tiene miedo, ataca instintivamente, sin pararse a pensar cuál es la mejor opción). A diferencia de esto, el hombre es no especializado, y es así, por su racionalidad: puede elegir qué ser. Sus dientes son pequeños, sus "garras" son débiles, pero éstas son dúctiles y las puede usar para una gran cantidad de cosas. Sus instintos son mucho más débiles, así que no tiene la pureza de reacción de animal, pero esto no es una desventaja en todas las ocasiones, ya que tiene otras capacidades de las cuales el animal carece, como la capacidad creadora y la capacidad de adaptabilidad.

Landmann cita a otro teórico del hombre, Gehlen, quien sostiene que el animal, al ser especializado, es la vida perfecta, y que el hombre, como no es especializado, es un ser de carencias. Dice que el hombre contrarresta estas carencias con la razón. A todo esto Landmann responde diciendo que la racionalidad es una característica esencial del hombre y que lo hace ser quien es y que sea un producto especial y peculiar de la naturaleza.

La corporeidad humana, sigue Landmann, es específicamente humana, ya que el hombre es el único animal que está formado por una parte espiritual y otra corporal. Sin embargo, se explica que el hombre no es un microcosmos, es decir, no es una sumatoria de partes independientes, como si lo humano se pusiera encima de lo animal, sino que el hombre es una unidad substancial (como sostuvo Santo Tomás de Aquino) de cuerpo y alma. Hay una supremacía de lo espiritual en el caso del hombre, y dice Portmann (otro de los teóricos citados por el autor) que el cuerpo está subordinado al espíritu, y que el espíritu se construye un cuerpo. 

El ritmo de desarrollo es otro de los temas tocados en lo leído, y es otra de las diferencias claves con el animal. Se explica que el animal, apenas nace, ya camina, y necesita muy poco tiempo de cuidados maternos para poder valerse por sí mismo. Además, su vida está gobernada por los instintos, es decir, la naturaleza le dice cómo comportarse con cada situación, por lo que no necesita aprender tanto a lo largo de su vida, y así, su juventud es corta. En cambio, el hombre, según el autor, nace prematuramente: necesita muchos años de cuidado para poder valerse por sí mismo, y Landmann sostiene que es como si "no le alcanzara el período de gestación". Como no tiene instintos tan fuertes, tiene una vida gobernada por el espíritu; su propio espíritu, y el espíritu conjunto del grupo social en que vive, que lo condiciona, pero no lo determina, y le enseña la cultura. El proceso de aprendizaje de cultura debe empezar lo antes posible y es un trabajo arduo y muy extenso, y por ese motivo, la juventud es tan larga, porque es el momento en que se debe aprender; por eso, también, la adultez es tan larga, porque son los adultos quienes deben enseñarle a los jóvenes. Landmann sintetiza que, a más cultura, más autonomía. La vejez para los animales es simple decadencia y caída, pero para los hombres, es la caída de las fuerzas físicas, pero el espíritu y sus capacidades permanecen. En la Antigua Grecia y en algunos lugares de Oriente, los ancianos son considerados sabios, ya que, según las palabras de Sócrates "La mirada de la inteligencia se agudiza cuando la penetración de nuestros ojos empieza a desfallecer". 

Otro de los puntos trabajados es la apertura al mundo. Uëxkull, otro teórico mencionado, explica que los animaes tienen un "mundo circundante" que es limitado y especializado, como ellos. Dice que los órganos sensoriales de los animales son como filtros que sólo dejan pasar la información vital para el animal, y que todo lo que no tiene interés vital para él directamente no es percibido. Es una función selectiva de sus sentidos que es inconsciente. Contraponiéndose, el hombre tiene una "apertura al mundo", es decir, no tiene un mundo circundante limitado sino que su mundo es ilimitado. Sus sentidos son filtros también, pero mucho más permeables, ya que dejan pasar muchísima más información. Así es como el hombre conoce más del mundo que el animal en forma cuantitativa (pasa más información) y también en forma cualitativa, ya que como el objeto no es de relación vital para él, lo comprende desde otro lugar. Como su vida no está gobernada por los instintos, la naturaleza no le dice cómo comportarse en cada caso; lo debe decidir él mismo mediante la reflexión. Para esto debe conocer; no hay una cantidad determinada de saber para el humano, y además, el saber es voluntario, es por esto que recibe una dimensión ética. Por último, al animal, la naturaleza le adjudicó sólo un mundo circundante a cada especie (no a cada individuo sino al conjunto de su especie), mientras que el hombre se construye a sí mismo su propio mundo circundante, que pertenece a la cultura.

Köhler, el tercer teórico citado, expone que los animales no perciben las cosas como lo que son, sino en función de la utilidad que tienen para ellos. No separan a la cosa de la función que tiene para ellos, ni perciben al conjunto como una sumatoria de partes divisibles. El hombre percibe la sustancia propia de las cosas independientemente de la función que tengan para él, es capaz de asignarle más de una función a la misma cosa, y por esto, tiene un mundo muchísimo más rico que el animal. Tanto así, que no sabe cómo moverse en el mundo ni qué hacer dentro suyo con la riqueza que percibe fuera.

Antes de terminar hay que explicar dos cosas: primero, retomar el tema de la no especialización del hombre. El vacío que el hombre encontró dentro de sí lo hizo productivo, le dio las aptitudes que tiene: solo por estar vacío llegó a ser hombre perfecto, y por eso su falta de especialización es parte de su naturaleza. La especialización ha de faltarle, le sería un estorbo si la tuviera. Y por último, el tema de la cultura. Esta es la respuesta que da el hombre sobrecogido por la enormidad del mundo, para hacerlo claro. Porque el hombre fue destinado para la creación cultural es que necesita que el mundo se abra por todas partes y que él mismo sea no especializado.